En 2014 se llevó a cabo una alianza entre el World Mosquito Programa (WMP) y el Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet) de la Universidad de Antioquia para hacerle frente al dengue y a otras enfermedades como el Zika y el chikungunya, transmitidas por el zancudo Aedes aegypti.
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Dicha prueba piloto consistió en la liberación masiva de mosquitos Aedes aegypti con la bacteria Wolbachia en zonas identificadas como de mayor incidencia de esas enfermedades, como el barrio París, en Bello, donde se dio la primera liberación.
Esto también ocurrió en otras zonas de este municipio, así como en el distrito de Medellín y el municipio de Itagüí.
10 años después, ambas entidades dieron a conocer oficialmente los resultados de este proceso, entre los cuales se destaca un promedio anual de 200 infectados en años sin epidemia.
Estos fue considerado como un gran logro, ya que previo a este programa el promedio de infectados era de 4.000 en años sin epidemia y llegó a registrar más de 17.000 en años con epidemia, según las entidades.
“Desde el 2020 tenemos cifras menores a 1.000 personas contagiadas, en 2021 pasamos a 500 y luego a 200, muy por debajo de los registros históricos; y así se ha mantenido. Este año 2024, que ha sido de epidemia en América Latina, la más grande en la historia de la humanidad, porque hemos tenido en toda esta región más de 10 millones y medio de casos, en Medellín estamos llegando a cerca de 2.000, pero deberíamos estar por lo menos en 20.000 enfermos con dengue”, afirmó el médico Iván Darío Vélez Bernal, fundador y director del Pecet.
En Medellín estamos llegando a cerca de 2.000, pero deberíamos estar por lo menos en 20.000 enfermos con dengue
Explicó el galeno que desde el 2017 el programa se extendió a la totalidad de zonas de los municipios de Bello, Medellín e Itagüí, por donde circula la mayor parte de la población del Valle de Aburrá.
Las zonas nororiental y noroccidental de la capital antioqueña fueron priorizadas, dada la alta incidencia del dengue.
Por su parte, Scott O’Neill, creador y director ejecutivo del WMP, añadió que el trabajo ha demostrado con éxito que el método se puede ampliar e implementar en millones de personas.
“Medellín solía ser una de las peores zonas del país para el dengue, pero ya no es así, y eso se alinea con lo que vemos en otros países. Esta evidencia del impacto del método será cada vez más clara en los próximos años”, dijo el científico australiano.
Tanto los gestores del programa como las autoridades de salud de Medellín, Bello e Itagüí, evidenciaron que este proyecto ha significado una reducción del 90 % en el número de casos, lo que se ha visto impactado en la disminución en la presión sobre el sistema hospitalario “y una mejora en el bienestar de más de tres millones de personas en el Valle de Aburrá”.
Los creadores de este programa indicaron que la meta a mediano plazo es liberar mosquitos con Wolbachia en el resto de los municipios del Valle de Aburrá, así como en las regiones de Urabá y Bajo Cauca, puesto que hay en marcha una propuesta de la Secretaría Seccional de Salud de Antioquia, para que este sea el primer departamento del país con el dengue controlado.
Así funciona la bacteria
O’Neill explicó que la Wolbachia es una bacteria que afecta al Aedes aegypti y otros insectos, pero es inocua para humanos, mamíferos y otras especies animales.
La bacteria, que se introduce en los Aedes aegypti, impide que estos transmitan el virus del dengue. Esto significa que, aunque un mosquito infectado pique a una persona, no podrá transmitir el virus, lo cual reduce el riesgo de nuevos casos.
Dicha investigación comenzó en 1980 en su laboratorio y desde comienzos de este siglo se analiza en la Universidad de Monash, en lelbourne, Australia. En este lapso se demostró la capacidad de infección a los mosquitos con la bacteria y su alta eficacia en la prevención de transmisión del dengue.
“Buscábamos asociaciones donde se pudiera probar el método para validar su eficacia. Cuando me presentaron al profesor Vélez y la capacidad del Pecet y su personal —en 2013—, supe que era un lugar obvio para una asociación colaborativa mediante la cual probar el método”, puntualizó el investigador australiano.