Para Alexis Blandón, su mayor sueño no es otro que ver crecer a sus hijos, alcanzar logros junto a su esposa y seguir disfrutando del fútbol. A sus 38 años, este hincha ferviente del Atlético Nacional ha tenido que afrontar una enfermedad descrita por los médicos como intratable.
Su vida se ha convertido en una historia de resiliencia, donde cada día es una batalla por seguir soñando.
Este caso, que remite la memoria de los colombianos a la historia de Javier Acosta, el hincha de Millonarios que pidió la eutanasia y que conmovió al país, es, sin lugar a dudas, otro relato de valentía frente a la adversidad.
Hace 21 años, una bala disparada accidentalmente por un amigo suyo del Ejército cambió su destino para siempre. Alexis perdió la movilidad de sus piernas ese día, cuando el proyectil lo dejó en silla de ruedas.
A partir de allí, la vida ya no fue la misma, pero su amor por el fútbol nunca desapareció. A pesar de las limitaciones físicas, nunca dejó de alentar a su Nacional.
Alexis, en una entrevista con EL TIEMPO, narró su mayor calvario, el cual comenzó hace más de un año en Caldas, Antioquia, pues a principios de 2024, la vida le daría un golpe aún más fuerte.
Después de permanecer sentado por largas jornadas en un call center, lugar en el que trabajaba, comenzó a sentir molestias en su cuerpo.
Una pequeña úlcera, aparentemente inofensiva, se formó en la piel por la presión de la silla. No pensó que fuera algo serio, pero con el tiempo la herida se infectó.
El 9 de diciembre de 2023, la situación empeoró, y sin dudarlo, acudió a urgencias en el Hospital de Caldas, Antioquia. Lo que parecía ser una infección leve, algo común en su situación, pronto se convirtió en un calvario.
Alexis pasó un mes y medio hospitalizado recibiendo antibióticos y curaciones. El 26 de enero le dieron de alta; sin embargo, la herida no sanaba, al contrario, se agravaba. Ya no era solo el dolor y la molestia, sino que empezó a tener “síntomas de infección en los que la herida olía muy feo”, recordó.
Alexis esperaba que el diagnóstico fuera el mismo y que su problema fuera tratado de la misma forma que la vez pasada. Sin embargo, los médicos le informaron que algo no iba bien.
Malas noticias, una tras otra
La úlcera había avanzado y complicado su salud de una manera que nadie había anticipado. Fue entonces cuando los diagnósticos comenzaron a empeorar. Inicialmente, los profesionales gestionaron una “remisión, que se demoró aproximadamente un mes”, porque en el centro en el que estaba no tenían las herramientas para tratarlo.
Así que lo trasladaron a la Clínica Central Fundadores, donde le realizaron varios lavados, una intervención quirúrgica y dos procedimientos más en la herida.
Desafortunadamente, los médicos le diagnosticaron “osteomielitis crónica”. Tres bacterias habían invadido su cuerpo: Pseudomonas aeruginosa, Staphylococcus aureus y Corynebacterium.
Según la explicación de los doctores, la infección en la úlcera creó una bacteria que se alojó en la estructura ósea del fémur izquierdo. La Clínica Mayo explica que “las infecciones pueden llegar a un hueso al viajar a través del torrente sanguíneo o al extenderse desde el tejido cercano”.
En los meses siguientes, los médicos intentaron hacer distintos tratamientos, pero las opciones se fueron reduciendo. Alexis fue enviado a diversas clínicas, donde le realizaron operaciones, pero la infección no cedía.
Ante las pocas opciones que tenía de sanarse, los profesionales le dieron hospitalización en casa, pero el 25 de noviembre de 2024 volvió al hospital con la herida abierta nuevamente.
Para entonces, Alexis ya sabía que la situación se había tornado casi irreversible. De hecho, las palabras del infectólogo fueron devastadoras: “La bacteria había avanzado a una velocidad que no esperábamos”.
La bacteria había avanzado a una velocidad que no esperábamos
Frente al panorama, la ortopedista le dijo a Alexis que la única opción era desarticular la cadera y amputar toda la extremidad inferior izquierda. A pesar de que este procedimiento podría salvarle la vida, la doctora también le dejó en claro que no podía garantizar que la bacteria no invadiría su otro costado.
Cuando Alexis preguntó si había alguna otra opción, la respuesta fue un rotundo no. La doctora le sugirió que regresara a “su casa con mucha fe, con mucha devoción, creyendo mucho en Dios de que la bacteria no me fuera a matar ni en dos semanas ni en un mes, sino que durara muchísimo tiempo”, dijo a este diario.
Desde esa última consulta, Alexis ha permanecido en su casa, donde recibe tratamiento paliativo. No hay antibióticos, solo curaciones diarias para mantener la herida controlada y pregabalina para el dolor neuropático que lo acompaña.
Alexis destacó que habló hace pocas semanas con el médico que en un en vivo aseguró que podría colaborarle a Javier Acosta. Sin embargo, la respuesta del doctor también fue negativa, pues le dijo que no lo podía ayudar “porque su bacteria es mucho más agresiva”.
En su relato, Alexis no deja de señalar que la posibilidad de que su situación se produjera por una negligencia médica es alta. El hincha del Atlético Nacional explicó que, al parecer, la úlcera no fue tratada debidamente y esto causó que se infectara.
En su caso, las úlceras por presión requieren un tratamiento especial, que, según Alexis, nunca se le ofreció. Si se hubiera actuado con más rapidez, tal vez la historia hubiera sido diferente.
El gran sueño de Alexis Blandón y su apoyo en el fútbol
Alexis Blandón tiene una razón poderosa para seguir luchando: su familia. Con dos hijos, de 8 y 10 años, y una esposa a la que describe como “una mujer guerrera”, su vida gira en torno a ellos. Son su motivación, su energía, sus “cuatro motores”, como él los llama, y lo que lo impulsa a seguir adelante, a pesar de las adversidades que enfrenta debido a su delicado estado de salud.
“Quiero ver crecer a mis hijos, quiero verlos cumplir sus sueños”, expresó esperanza. “Quiero seguir luchando por mi mamá, por ellos, por mi esposa. Son mis razones para levantarme cada día, aunque no tenga fuerzas. Me dan ganas de querer todo, de seguir viviendo.”
Quiero seguir luchando por mi mamá, por ellos, por mi esposa. Son mis razones para levantarme cada día, aunque no tenga fuerzas. Me dan ganas de querer todo, de seguir viviendo.
Alexis BlandónHincha del Atlético Nacional
A pesar de las dificultades, Alexis no pierde la fe. Con la mirada fija en el futuro, busca alternativas en la medicina que puedan ofrecerle una nueva oportunidad: doctores y tratamientos.
“Quiero vivir muchos años más por ello”, afirmó con convicción.
En medio de esta lucha constante, el fútbol sigue siendo su refugio, su lugar seguro. “Llevo 21 años asistiendo a los estadios”, contó con nostalgia y pasión. “He seguido a Nacional en varias ciudades de Colombia, incluso he viajado a Ecuador en medio de mi discapacidad. Nunca he dejado de ir al estadio.”
Cada partido es un escape, un respiro donde puede olvidarse de todo por 90 minutos.
“Cuando estoy en el estadio, se me olvida el mundo. Las preocupaciones, las enfermedades, todo desaparece por esos 90 minutos”.
Incluso comparte que toda su familia es apasionada por el fútbol: “Mis niños también son muy apasionados, mi esposa también, amamos el fútbol. Quisiera ver a mis hijos, quizás, en algún momento jugar en el club”.
La lucha de Alexis es más que una batalla contra la enfermedad, es su búsqueda por la esperanza y fe de ver crecer a sus hijos, de abrazar a su esposa todos los días, de seguir amando el fútbol con su familia, de algún día ver a sus pequeños cumplir sus sueños y, tal vez, pisar la grama que tanto ama.
GERALDINE BAJONERO VÁSQUEZ
Periodista Últimas Noticias de EL TIEMPO